miércoles, 9 de marzo de 2011

MENOS MAL


“Menos mal” es un deseo parecido a un suspiro, aplicado como un bálsamo. Yo lo usaba con mesura, lo reservaba para disimular el olor de los frenazos del peligro.
         Perdí un tren que descarrilo por discutir con Laura primero sobre el olor, luego sobre la industria de cosméticos y ya al final sobre los tipos que apuntan con el dedo cuando reprochan. La tragedia solucionó nuestras diferencias. Menos mal.
         Nunca una historia de dos (diminutivo de amor) tuvo tantos “menos mal”.
Su legitimo antónimo “más bien” resulta ser la propia conclusión del primero, lo cual me parece rotundamente positivo, aunque a una que me se le parezca que esta homogeneidad en el significado de dos terminos opuestos desvirtuen por completo su sentido.
         El accidente no dejó víctimas mortales sólo causo heridos graves, que es como dejar la magnitud de la catástrofe en manos de cada oyente. Y eso me gusta porque para mi todos acaban recuperándose.; a los varones le quedan viriles cicatrices y a las damas duros recuerdos que recalquen su talante de luchadoras.
         Pero para Laura es otra historia; muchos quedarán lisiados, habra abortos y numerosos episodios de agorafobia acompañaran a los viajeros de por vida. Y el tren como medio de transporte quedará tan desacreditado que truncará las relaciones comerciales, frenando así la prosperidad económica que comenzaban a experimentar nuestras comarcas.
         Los pesimistas son gente de talento que no suele embarcarse en carreras artísticas por miedo al fracaso o al triunfo, eso ya depende del tipo de pesimismo. Menos mal que nosotros nos complementamos, gracias quizás a esa búsqueda inconsciente por limar, ya en un descendiente, nuestros más marcados rasgos. Pero como yo no puedo y ella no quiere concebir, el beneficio de nuestros contrastes es sólo para nosotros. Por supuesto que ella lo entiende como un caso irreconciliable de in-com-pa-ti-bi-li-dad -y dobla con cada sílaba la cabeza- de carácteres, que lo que pasa es que nos queremos mucho, que si no…
         Despues del accidente, volví a casa a dedo. Laura siempre me dejaba una pieza de fruta para el camino y como esta vez mi petate estaba completo me guardé el plátano bajo el cinturón. Me quedé esperando en el cruce y  poco despues una ranchera se detubo algunos metros  más alante, cuando me acerque, el señor del sombrero aceleró de nuevo y se largo, supongo que el plátano le hizo creer que iba armado. Luego una chica valiente, recogió a un chico valiente como yo lo soy, nos paramos junto a la playa a estirar las piernas, la luna estaba medio llena y la arena fría, las redes verdes de pescador olian mucho a mar y allí hicimos el amor. Voy a ser padre.

         Menos mal que llevaba aquel plátano, aunque claro, se de una que no pensará lo mismo …ay esta Laurita mia…

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