miércoles, 9 de marzo de 2011

COLOR GRIS COLOR DE ROSA



EL COLOR GRIS.

Me despido de Raquel. Cierro... ¡¡craune...!! de un portazo la consulta. La calle decolorada y turbia me contagia un bostezo. Es un Jueves travestido de Domingo. El cielo como lavado a la piedra se acerca al suelo cuando no miro y una señora destensada  salpica sobre un charco a tres muchachas mientras exhibe una maliciosa mueca tras la ventanilla. No volveré a preguntarme porqué trate de rescatar un globo rosa de entre las ruedas de aquel utilitario. Luego una luz hace de puente.

En un par de horas llega la enfermera –me comunica Javi, compañero de habitación-. Aquí me siento como un boceto de la muerte en un block cuadriculado. La luz que atraviesa el ventanal vierte una fogosa pátina que colma las arrugas de mi frente; ya no es aquel amigo que pregunta insistente si sales a la calle, ahora es un simple sustituto del alógeno. El desconchón del techo sigue pareciéndome un perro de orejas grandes rascándose. El perfume de mi madre planea sobre mi. Me pregunto si habrá estado aquí. El de más allá lleva aún más tubos que yo; dice que no ha visto a nadie pero que también él es nuevo.

Aún confío en los médicos, ellos me devolveran la movilidad. Eso me tranquiliza, eso o el liquido rojo de un diminuto vaso.

Recuerdo que hace años -no recuerdo si en una sala de espera o un autobús- leí en una de esas revistas para gente que adora retener cifras aparentemente desproporcionadas, un reportaje. En él se decía que dependiendo de las zonas dañadas durante el accidente, las primeras parcelas en recobrar su dinamismo serán unas u otras. Yo olvidé la cifra pero no que un elevado porcentaje de accidentados comenzaba  su recuperación con débiles erecciones , dado que es la sangre junto con “noseque” tramo de la médula, quienes asumen el peso del milagro.

Para dormir transformo el perro en oveja y le hago saltar vallas también imaginarias.

EL COLOR DE ROSA

Déjame en el semáforo, cielo, que voy con prisas. -Vuelvo a tener pasta de dientes en el pelo- te tengo dicho que no me besuquees sin la boca bien aclarada.

Cierro... ¡¡craune...!! el coche de un portazo. Seguro que el dentífrico quedó en el pelo cuando me recliné para repostar de agua los carrillos. Me debió haber mandado a hacer gárgaras.

Tan temprano y vaya luz. Parece efervescente. Como que fuera de las calles hacia el sol. A ver como sigue el muchacho del globo.

EL COLOR GRIS

Cuando abro los ojos hay una enfermera con la falda muy corta, con una mancha blanca en la comisura. Se han llevado a mis compañeros de habitación y puedo sentir hasta algunas uñas de los pies… Pero no es un sueño erótico.

Tiene las únicas piernas que su dios trazó a mano alzada, un cuello de camísa descentrado y cuando se levanta de recoger algo, un peinado sin raya. Se acerca tanto a mi que está respirando mi aire.

EL COLOR ROSA

Otra vez estás aquí, consciente. Cuatro veces te he dado ya la mala y dos la muy buena noticia. Como siempre eliges primero la mala te dire que existe una leve lesión en la medulla espinal sacra encargada de las erecciónes reflejas.

Mañana mismo podrás andar.

EL COLOR GRIS

Cuando se iba le grité ¡tonta! con dos tes de punta, una se clavó en su espalda y la otra desconchó el marco de la puerta.

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