miércoles, 9 de marzo de 2011

EL CORSÉ DE MENTIRAS

Ocurrió en una ortopedia. Yo buscaba un corsé para enderezar mentiras, uno para reconducir mis torceduras de mayúscula imaginación. Ella… tenía justo la cara que te vas a imaginar pero con los ojos más grandes y preguntaba por unas manos para hacer las paces.
En el estan de las ofertas se anuncian ojos para mirarse hacia adentro, son artículos trampa porque te llevan a requerir muchas otras soluciones protésicas. Aunque el producto estrella se anunciaba por Pascua en 3x2: el alma. Nunca conseguí una porque a esta ciudad no llegaban almas de mi talla.
-¿qué alma gasta caballero?
-La cuarenta
-¿La cuarenta? 
-Así es.
-¿Es usted una de esas personas que llora los Domingos?
-Justo así, me hice hincha del equipo equivocado.
-Se la rompieron en una estación ¿cierto? ¿Fue un adiós, verdad?
-No, se me calló al suelo durante un viaje astral.
-Lo lamento pero tendrá que aguardar desalmado algún tiempo. Se la encargo de todos modos.
-Made in Nepal por favor, que en occidente ya se sabe… las producen en serie.
La misma dependienta, harta de aguantar el insolente tono de los tarados que frecuentan el negocio, se hizo con unos audífonos de importación capaces de convertir los tonos disonantes respecto de amables peticiones de cliente, en otros de dicha índole. En una ocasión, el carnicero del local contiguo le susurró con intención:-Siento, cuando cruzo el umbral, bajo el revuelo metálico del avisador, que no me cabe el corazón adentro-
Rápidamente ella le envolvió uno de talla menor -No tarde en acudir al doctor para que se lo encaje-
Cuando fue el turno de ella, se remango y pidió al fin el precio de un par de manos.
-Tengo derechas. Mucha gente viene a por mano izquierda y… se agotaron las existencias.
-Claro, no se van a agotar las inexistencias.
-Deberíamos exigir receta. Aunque le puedo ofrecer unos guantes.
-Eso solo sería esconder el problema.
El corsé quedaba junto a una maquina de pesar felicidad de modo que me subí e introduje una moneda. El medidor indicó 0.65 infancias y una voz binaria me recordó descalzarme al menos cuatro veces al día, entonces aproveché para llevarme ya encajado el corsé de mentiras.
Al salir de la ortopedia ella me da la mano.
-Ya esta bien, ¿no? Hagamos por fin las paces.
 Dentro se oye a alguien pedir una plantilla crema de pies balbos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario